sábado, 1 de noviembre de 2008

La sensibilidad siempre debemos tenerla a flor de piel

Debemos ser sensibles a la naturaleza profunda de las cosas…

Debemos ser sensibles a la naturaleza profunda de nuestra propia organización social, y debemos ser sensibles a las realidades de nuestro propio entorno social y natural…

Debemos ser sensibles a nuestros propios padecimientos así como a los padecimientos de los demás, y por cierto también debemos permitir que nuestro entendimiento explore y perciba las enormes posibilidades de una sana y ordenada evolución de nuestra estructura social…

Quienes hemos tenido acceso a la educación… y especialmente quienes hemos tenido acceso a una buena y plural educación formal… debemos reflexionar una y otra vez sobre los asuntos trascendentes que aquejan y que afligen a la humanidad…

Quienes alardeamos de tener cultura… y quienes hemos tenido la gran chance de frecuentar bibliotecas y mediatecas, museos, teatros y salas de espectáculos, academias científico-técnicas, galerías de arte, centros culturales, y escuelas filosóficas… tenemos la obligación ética y moral de pensar y de interesarnos de mil maneras diferentes, en todo lo concerniente a las problemáticas sociales, y especialmente en lo referente a la grave emergencia social que lamentablemente padece un importante sector de población…

Quienes logramos ver el horizonte… y quienes intuimos o imaginamos lo que podría haber más allá… debemos hacer el importante esfuerzo de comprometernos con nuestras propias ideas, y de comprometernos con los objetivos que razonablemente nosotros mismos nos hayamos fijado en base a nuestras propias y honestas reflexiones…

Quienes al ver mucho más allá del árbol así logramos ver el bosque… debemos comprometernos a generosamente comunicar a los demás nuestros proyectos… nuestras ilusiones… nuestros pensamientos… y nuestras visiones sobre una organización social más solidaria, más equitativa, más justa, y más eficiente…

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